“El lunes 23 de marzo, Pepe llegó al bar de
Larrañaga y Monte Caseros junto con Antonio Hermida, uno de sus
compañeros que cumplía tareas de apoyo para ciertas acciones del MLN.
Al ingresar, Mujica divisó un lugar bastante discreto, en un rincón
del local, al lado de la peluquería. Allí se sentaron.
… Luego ingresaron otros dos militantes de logística, Walter Sanzo
–responsable de la columna de servicios de la 10– y Tabaré Curbelo…
El teléfono sonó en la mesa central de Jefatura de Policía de
Montevideo… El hombre, que no se identificó, denunció:
-¡Hay cuatro subversivos en el bar La Vía, en la esquina de
Larrañaga y Monte Caseros! Están en la mesa del fondo, a la
izquierda…”.
(Pernas, 2013, Comandante Facundo.
El revolucionario Pepe Mujica, Montevideo, Uruguay, Prisa
Ediciones, p 447).
“Setenta y dos horas después del secuestro de
Jackson, a Mujica le llegó la noticia de que la columna 10, luego de
meses de planificación, vigilancia y seguimiento, ejecutó de varios
balazos a José Leandro Villalba, el cabo de policía que lo había
delatado en el bar La Vía.
A la medianoche del domingo 10, Villalba, de 31 años de edad, se
despidió de sus amigos y se retiró de ese mismo bar de la calle
Larrañaga. Caminó una cuadra por Monte Caseros, y al llegar a la
esquina de Echeandía escuchó una voz:
-¡Leandro Villalba!
Al darse vuelta, recibió descargas desde varias pistolas de 45
milímetros. Y cayó muerto.
Los tupamaros tiraron volantes sobre el cuerpo del policía. “Así
pagan los delatores”, advertía bajo la estrella de cinco puntas
con la “T” en el centro…”.
(Pernas, 2013, Comandante Facundo.
El revolucionario Pepe Mujica, Montevideo, Uruguay, Prisa
Ediciones, p 480).
“También la persona que reconoció a José Mujica y
otros integrantes del MLN en un bar y avisó a la Policía fue luego
asesinada, como escarmiento.
Mujica lo cuenta en la biografía que escribió Miguel Ángel
Campodónico.
“Y bueno, estando en ese boliche preparando el operativo, de pronto
entró una patrulla de la Republicana. Después, supimos que alguien
había llamado por teléfono… Tiempo después, la organización supo
quién había llamado y fue ajusticiado en la calle”…”.
(Haberkorn, 2008, Historias
tupamaras. Nuevos testimonios sobre los mitos del MLN,
Montevideo, Uruguay, Editorial Fin de Siglo, p 119).