“Hubo, durante todo
el período que venimos relatando, muchas reuniones de este
tipo entre militantes con inquietudes similares. Sería
exagerar decir que el denominador común de esas inquietudes
era la lucha armada.
… A esas reuniones no iba cualquiera… En ellas nos vimos, en
muchos casos por primera vez, con Cultelli, con Mujica, con
Beletti, con Jorge Torres, con Gerardo Gatti, con Vivián
Trías…
En el transcurso de ese verano, Eduardo Pinela logró volver
a reunir a nuestro grupo y nos lanzóa (sic) una campaña de
finanzas para reunir los fondos necesarios para comprar
algunas armas. Salimos a vender juguetes: -que no logramos
vender- llegamos a la conclusión de que para tener armas en
las cantidades que necesitábamos teníamos que ir a buscarlas
a donde estaban… Nos habían hablado de un juzgado…
El negocio de los juguetes no había marchado como para
financiar la revolución y no teníamos las llaves del juzgado
donde estaban las armas en depósito. Era necesario,
imprescindible, actuar como delincuentes comunes y hacer
creer a todos que eran los amigos de lo ajeno quienes
intentaban llevárselas.
El intento del juzgado se había enmarcado dentro de los
compromisos que para tal proyecto habíamos contraído. Al
fallarnos, fue que se nos ocurrió ir a reconocer el Tiro
Suizo…
Nos pusimos en contacto con Raúl y lo invitamos a visitar el
lugar. Así fue que una mañana, bien temprano, salimos en su
moto con rumbo a Colonia… Y una vez visto el “objetivo” nos
encargaríamos de conseguir las armas, Raúl de llevarlas
junto a dos compañeros nuestros…
Las puntas de varios fusiles asomaban por la puerta de un VW
que corría por la Ruta 1 rumbo a Montevideo la madrugada del
1 de agosto de 1963…
… cuando la camioneta volcó en la noche del 31 de julio,
algunos rastros claves quedaron en el lugar y la policía de
Colonia desarrolló una discreta y brillante pesquisa que la
condujo a Paysandú…
… El Tiro Suizo, la primera acción, el primer intento, el
primer paso modesto y vacilante…”.
(Fernández Huidobro, 1994, Historia de los Tupamaros.
Tomo 1: los orígenes, Montevideo, Uruguay, Editorial
TAE, pp 63-64, 76-85, 90-91).
“En las tertulias
del grupo de Pinela –y en la peluquería del Loco Rivera Yic–
se mencionó un par de veces que la Sociedad Tiro Suizo de
Nueva Helvecia, en el departamento de Colonia, guardaba una
buena cantidad de armas en su local… El dato certero
pertenecía al médico Mario Naviliat… cuyo padre había sido
presidente del Tiro Suizo … En uno de esos encuentros, se le
planteó a Sendic el asunto del Tiro Suizo, que ya había sido
estudiado a fondo-con viajes al lugar, mapeo, horarios,
rutinas-…
Poco después, el Ñato Huidobro y Sendic viajaban rumbo a
Colonia…
… Intervienen en la acción ejecutiva miembros del grupo de
Pinela, Sendic, Jorge Abellá y un argentino que ha llegado a
Uruguay… Su nombre es Joe Baxter…
El ingreso al Tiro Suizo se hace en la madrugada, luego de
verificar que ya no quedaba nadie adentro… Empaquetan unos
treinta fusiles Maúser-…- un par de carabinas de precisión,
un fusil Martini y cerca de cuatro mil proyectiles calibre 7
milímetros… Se introduce la mayor parte del cargamento en un
Renault pero el joven argentino se pierde con un paquete en
la oscuridad. Mientras Rivera Yic, Leonel Vidal y Huidobro
parten en el Renault con el grueso de las armas, Pinela sale
en busca del porteño Baxter y lo encuentra exhausto… Logran
subir todo en el Fusca de Naviliat y salen rumbo a
Montevideo.
El Renault llega al contacto a cuatro kilómetros donde
esperan Sendic y Abellá. Traspasan los paquetes a una
camioneta… y las armas parten rumbo al norte. Vidal se va
con Sendic y Abellá… Mientras el Loco Rivera Yic y Huidobro
vuelven a Montevideo.
Con la explosión de un neumático, la camioneta dio varias
vueltas… y cayó en el campo…. Sendic caminó unos kilómetros
hasta un almacén rural… y le prestaron un teléfono para
comunicarse con Paysandú. Así logró que su amigo, el
odontólogo Humberto González Perla, saliera a auxiliarlo.
Las armas transportadas por Sendic y González Perla quedaron
escondidas en el local del Partido Socialista de Paysandú…
Al otro día le pidió ayuda a sus amigos sanduceros Raúl
Cavillón y Ricardo Volpe, y dos días más tarde… en las
inmediaciones del paso (sic) de la Bolsa, sobre el arroyo
Negro, enterraron, envueltos en nailon, diez fusiles con
cerrojos y municiones”.
(Pernas, 2013,
Comandante Facundo. El revolucionario Pepe Mujica,
Montevideo, Uruguay, Prisa Ediciones, pp 253-257).
“El último día de
julio, el heterogéneo sector de la izquierda que integraba
al Coordinador, rompe con la todavía sagrada “legalidad” del
régimen uruguayo y se produce el asalto al Tiro Suizo.
Allí estábamos todos los integrantes del Coordinador, hombro
con hombro. Un fracaso hubiera significado el derrumbe de
todo lo que recién comenzábamos a construir, y seguramente
el final prematuro de la aventura política más impresionante
de la historia contemporánea de nuestro país.
El operativo, a pesar de nuestra comprensible inseguridad,
en líneas generales resultó exitoso; no obstante un
accidente protagonizado por uno de los automóviles que
participaran en la acción, proporcionaría nuestra primera
pista a la Policía, que meses después ya comenzaría a hablar
de un “grupo subversivo” y daría orden de captura contra
Raúl Sendic…”.
(Pérez, 2013, Autobiografía de Amodio Pérez,
Montevideo, Uruguay, Editorial ARCA, p 10).
“En ese mismo 1963
en que Lucía comienza su carrera universitaria, camino sin
retorno donde aprendió a manejar armas y efectuar disparos,
se disparó El Tiro Suizo, primera acción armada del
Coordinador germen Tupamaro. Veinticinco fusiles, casi todos
incompletos, algunos modelo 1908, más de tres mil quinientas
balas; un botín aparatoso, casi inútil militarmente, pero
sin dudas de un gran poder simbólico. Dos de tres rifles
escruchados, eran calibre 22…”.
(Caula y Silva,
2011, Ana la guerrillera. Una historia de Lucía
Topolanski, Montevideo, Uruguay, Ediciones Uruguay B S.A.,
p 35). |