“El viernes 3 de enero dos autos de Inteligencia y Enlace y
uno de la Metropolitana estacionaron frente a la casa del florista…
encontraron el berretín: tres ametralladoras PAM, con municiones, seis kilos
de gelignita y un transmisor de onda corta del Ejército…
Refreschini tomaba y apoyaba el pocillo en el plato, una y otra vez, lejos
del barrio, en un sucucho amigo, entre el humo del cigarrillo. Así, afloró
el recuerdo:
-No creo que sea el lugar más seguro, Pepe.
-Te lo pido por favor, hermano. Son unos pocos fierros -dijo Mujica a su
amigo. Refreschini caminaba de un lado a otro, sabía que se estaba metiendo
en un lío más complicado que el de esconder algún matute menor –bolsos o
paquetes con algunos productos contrabandeados– como los que ya le había
guardado a su amigo…
… las armas quedaron escondidas en la casa de la calle China… Hasta que la
policía dio con el berretín…
-Eso no es de mi esposo, es de un conocido de la zona…
-Le dicen Pepe…
-Pepe Mujica, creo”.
(Pernas, 2013, Comandante Facundo. El
revolucionario Pepe Mujica, Montevideo, Uruguay, Prisa Ediciones, pp
373-375).
“Samuel Blixen
… Como cuando se puso un tarrito con un poco de pólvora para
largar unos volantes y explotó debajo del carrito de maní de
un tipo… En el MLN se resolvió no tirar más un volante de
esa forma…”.
(Aldrighi, 2009, Memorias de insurgencia.
Historias de vida y militancia en el MLN-Tupamaros. 1965-1985,
Montevideo, Uruguay, Prisa Ediciones, pp 91, 108).